Demasiadas preguntas
Nos dirigíamos de Tambacounda hacia Kaffrine disfrutando de una larga y recta carretera cuando de repente vi algo que me llamó poderosamente la atención. Dos niños de una edad comprendida entre los 5 y 7 años, empujaban de un carro que ellos mismo habían sobrecargado de leña, intentado ayudar aun pequeño burro que medio agonizando de rodillas era incapaz de dar un paso más.
Intenté frenar, parar y ayudar mientras pasaba pero me parecio tan irreal que cuando mi mente reaccionó definitivamente, ya habían pasado unos cuantos kilómetros. ¿Por qué no lo hice? Quizá porque durante esos días mis ojos estuvieron expuestos a «llamativas formas de vida «. Y pensé que aquella imagen era una más. Similar a la del burro recien atropellado que aun con convulsiones intentaba llegar al otro lado de la carretera, o la del niño descalzo con harapos que me ofreció una eterna sonriosa a cambio de un efímero e insignificante caramelo.
Está claro que la injusticia del Mundo con África conlleva a que existan demasiadas preguntas para pocas respuestas …
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