Tras la huella del viento y la sal, Cornualles
En Pau, haremos la primera parada de verdad: respiraremos el aire limpio de los valles, tomaremos un café frente a los picos nevados, y sabremos que el viaje —el de verdad— acaba de comenzar.
Atravesaremos Francia a ritmo de carretera tranquila, dejando que los paisajes nos cuenten su historia. Pasaremos por campos dorados, viñedos interminables y pueblos donde el tiempo parece dormir la siesta. En Calais, entraremos juntos al Eurotúnel, y en un abrir y cerrar de ojos estaremos bajo el mar, cruzando sin mojarnos, con la moto descansando mientras la emoción crece.
Al salir, Inglaterra nos dará la bienvenida con su cielo cambiante y su verde intenso. En Kent, recorreremos carreteras flanqueadas por setos altos, veremos Leeds Castle entre los árboles como un castillo de cuento, y nos perderemos por aldeas como Chilham o Tenterden, donde los tejados bajos y los pubs antiguos invitan a quedarse un poco más.
Luego vendrá Sussex, con sus colinas ondulantes y su aire de novela inglesa. Pasearemos por Rye, entre casas torcidas y escaparates vintage, y en Alfriston nos sentaremos junto a un jardín en flor, sin prisa, saboreando el momento.
En Dorset, el paisaje se volverá más abrupto, más salvaje. La Costa Jurásica nos mostrará acantilados que caen a pico sobre el mar, playas fósiles y formaciones increíbles. En Lulworth Cove nos bañaremos si el sol lo permite, y en Durdle Door cruzaremos a pie por un arco de piedra que parece sacado de un sueño prehistórico.

Más adelante, Devon nos regalará verdes intensos, caminos que serpentean entre granjas, y pueblos que huelen a tierra y mar. Totnes nos recibirá con su aire bohemio, Dartmouth reflejará sus casas sobre el río, y Clovelly, encaramado sobre la costa, nos obligará a bajar andando hasta el mar, por calles tan estrechas como encantadoras.
Y por fin, Cornualles. Tierra de leyenda, viento y sal. Nos perderemos entre carreteras estrechas bordeadas de brezos. En St Ives, pasearemos por la arena dorada mientras la luz —única en el mundo— acaricia los muros encalados. Mousehole nos parecerá un secreto susurrado al mar. En Marazion, veremos St Michael’s Mount emerger de las aguas como una aparición. En St Just, nos detendremos ante las antiguas minas, testigos de otro tiempo. Y en Tintagel, entre ruinas y brumas, escucharemos las historias del rey Arturo meciéndose con el viento.
Después de tantos kilómetros, tomaremos el Eurotúnel de regreso, esta vez sin prisa, con el corazón lleno y el alma ligera. Pero aún quedará una última joya: la Bretaña francesa. Paisajes salvajes, escarpados, profundamente humanos. Recorremos la Costa de Granito Rosa, caminaremos entre rocas que parecen criaturas dormidas. En Locronan, nos perderemos por calles medievales llenas de flores. Concarneau nos mostrará su ciudadela sobre el agua, y en Saint-Malo recorreremos las murallas frente al océano, recordando todo lo vivido.
El camino de vuelta a casa no será un regreso, será una transición suave. Volveremos por paisajes que ya conoceremos con otros ojos, más abiertos, más vivos. La moto llevará polvo, lluvia, sol, kilómetros… y nosotros, también.
Porque hay viajes que se hacen en pareja, pero se viven como uno solo. Y este será uno de esos.
«Cada paisaje es un estado del alma.»
Henri Frédéric Amiel
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